Igual que a veces, durante el crepúsculo, el cielo presenta colores irreales que parecen haber salido del dibujo de un niño, lo mismo ocurre con los tonos de este bosque, donde al pequeño pintor no se le ocurrió que los árboles podían ser verdes. Apenas puede creerse esta combinación de colores. Pero la naturaleza no tiene reglas, o más bien, tiene reglas que no comprendemos.
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